domingo, 3 de octubre de 2010

Le dieron correa pero no lo pelaron

Nos tocó ver a los militares y policías ecuatorianos corriendo por las calles de Quito y uno piensa, ¿cuándo  oye uno de esas fuerzas del hermano país? Se oían a veces refiriéndose a quejas de los soldados  fronterizos por la fumigación. Ahora uno los oye y los ve corriendo, unos atacando y otros defendiendo al Presidente.
Después se veía a Correa hablando indignado porque no había confianza, por la traición de la Policía Nacional debido a un impulso de huelga; huelga que no puede hacer la fuerza pública, de esas que ellos van a disolver en frente de fábricas y universidades. No pueden votar, que van a poder hacer huelga. Correa, enfurecido y sin haberse podido calmar del todo, despotricaba de la parte policial que llevó a cabo el conato de golpe de estado. “Yo, que soy de paz”… decía. La falta de práctica. No le había tocado ningún evento que motivara el desplazamiento armado. Lo más cercano fue la Operación Fenix, donde cayó Raúl Reyes; una invasión de territorio por parte de Colombia, pero no contra Ecuador sino contra las camufladas FARC. Hubo enojo, bombo, platillo, ofrecimiento de disculpas, malas miradas, vente para Quito, paraquito tu madre.
Los golpes de estado en Ecuador han derrocado presidentes y eso lo saben los ecuatorianos, Bucarám y Lucio. Posiblemente no hubiera terminado en golpe de estado un reclamo laboral armado, sin quien proteja. Lo secuestran ¿y qué?, Negociar ¿y qué? Terminarían en la cárcel; peor que la rebaja de sueldo, que fue lo que originó el desorden. Correa ahora tendrá en cuenta que el manejo de las Fuerzas Armadas no es la función simple de un hombre de paz, que si uno tiene un enemigo diario que se mete con su gente debe actual, presionar y ser efectivo. Allá lo que hubo fue una movida de inteligencia para rescatarlo. Me alegra que todo haya vuelto a la normalidad. También me alegra que Correa haya aprendido que revoluciones armadas no son fáciles; por lo menos no tanto como él y sus homólogos lo quieren hacer ver.

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