miércoles, 16 de octubre de 2013

Alvarito, el Ventrilocuo (II)

Hace un tiempo les conté la historia de Alvarito el Ventrílocuo, en la que Alvarito, al no poder renovar el contrato en el Casino Colombia, compró un robot para que fuera el ventrílocuo y él lo pudiera controlar en palabra y obra. Lo que no esperaba era que el robot, JuanMan, lo traicionara cambiando el libreto y conversando con los de logística (FARC) tras bambalinas. 

Pues déjenme decirles que nuestro afamado artista, no queriendo desaprovechar su talento y su capacidad de poner a sus muñecos a decir lo que él quiera, decidió buscar otros escenarios que no fueran el Casino Colombia pues, como ya lo dije, no puede presentarse nuevamente, por mucho que sus fans lo pidan a gritos, sobretodo los que ya no quieren ver a JuanMan, y menos quieren que le renueven el contrato por otros cuatro años.

Por tal razón Alvarito, con su caja llena de muñecos y monigotes, decidió hace show en el Bar El Senado, lugar donde se toma trago, vacaciones, descansos, pero no decisiones y donde se habla en voz alta, se manotea y se interrumpe, tal como a él le gusta.

Pero no contento con esto, decidió hacer algo en contra de el Casino Colombia por no dejarlo presentar más. Buscó otro robot que interpretara su discurso, esperando la ovación del público, ya que es esta su motivación y su droga. Alvarito podrá ser abstemio de licor, pero no de poder. Esta vez, a diferencia de la anterior, leyó las instrucciones para no verse en la misma situación de traición. El problema que tenía era: ¿dentro de qué muñeco pondría el robot para manejarlo a su complacencia? Tenía varias opciones, donde se destacaban: Pachito; un muñeco con pelito totuma peinado por la mitad y con gafas, voz de pajarito y problemas con los corrientazos. Aspecto perfecto para un muñeco, pero no para ventrilocuo, le falta madera. Sherlos Holmes; era un detective que se buscaba a si mismo porque nadie sabia de él ni nadie lo conocía. José Félix, el vaquero, que saltaba de un lado al otro del establo según su conveniencia. El Conde Zulu; hagan de cuenta el conde contar, pero sin capa. Alvarito miraba la caja donde yacían los muñecos y se rascaba la cabeza, pues no sabía a quien adaptarle el robot. Y su indecisión empezó a inquietar a los muñecos que decían ser cada uno el mejor para la misión. Pachito criticaba a JuanMan su primo por las conversaciones con los de Logística. El Conde Zulu decía que Alvarito no debía juntarse con José Obdulio, porque este último tenía un primo famoso, tanto que salia en Cartel y afiche, y eso dañaba la imagen del ventrilocuo. Alvarito, como cosa rara, no le hizo caso a nadie, entonces decidió hacer una consulta entre amigos cercanos. El más contento era El Conde Zulu ya que, era de los afectos de los amigos de su gestor. Sin embargo, viene sonando (que se entienda que no es sonándose) otro muñeco que, ese sí tiene vos de muñeco, barbita de muñeco, calvita de muñeco y sobretodo una prominente nariz de muñeco llamado JuanLozan y que es de los afectos de Alvarito desde hace mucho tiempo.

Todos estamos expectantes de lo que pueda ocurrir dentro de la caja, antes patrocinada por jabón Puro y ahora con el apellido de Alvarito, se llama Uribe Centro Democrático. Es una caja de muñecos a la espera de quién tendrá el honor de representarlo en la licitación que se abrirá el próximo año para conocer al encargado del show principal en el nunca bien ponderado Casino Colombia. Si sé algo, les cuento.