martes, 14 de abril de 2015

No es Santos de mi devoción

Los diálogos de paz entre el estado y las FARC, aunque han avanzado en determinados puntos, dan signos de no convencer a todo el pueblo. Pero antes de ahondar en ese aspecto, tengamos en cuenta una cosa; el origen. Todos podemos pensar que las negociaciones son necesarias, siendo la manera de acabar con una guerra intestina que no ha dejado sino muerte y ríos de sangre por más de cuatro décadas (personalmente lo considero así). Eso tiene todo el sentido del mundo. Lo que pasa es que crea gran desconfianza cuando dicha iniciativa viene de donde viene, y con el objetivo intrínseco que tiene. Empecemos por ésta última. Para nadie es un secreto que la intensión altruista de Juan Manuel Santos no es de destacar. Todos sabemos que lo que él busca es la nominación al Premio Nobel de Paz, con una gran posibilidad, así sea años después, de ganarlo. Es normal que dicho triunfo merezca un reconocimiento tal, claro está. Lo que pasa es que con Santos uno nunca cree que tiene buenas intenciones y siempre piensa lo peor. Una cosa es que una banda como U2 haga música buena, y por consiguiente se llenen de reconocimiento y plata. Otra cosa es un artista con la canción más estúpida pero al tiempo pegajosa, se vuelva un hit, le llegue plata, lo reconozcan y después nadie lo recuerda. Bueno, Santos propone una canción pegajosa (Proceso de Paz) para recibir plata (Premio Nobel). Nunca fue un tipo que estuvo en conservatorios, conciertos, corchea, semicorchea, blancas, negras. La única partitura que conoce es la del presupuesto nacional.

Santos es una persona que sin el guiño de su antecesor, de quien fue Ministro de Defensa, no hubiera sido presidente del país del Sagrado Corazón de Jesús. Y más duró la lesión de James que Santos traicionara a Uribe, cambiara las políticas por las que fue elegido y manejara el país de una manera, tal vez adecuada, pero no acorde con las directrices de quienes lo eligieron. Cero y va uno.

Cuando el proceso de paz se hizo una realidad y ante el alboroto de sus otrora seguidores, Santos manifestó que el acuerdo final que se logre en la Habana entre el gobierno y las FARC pasaría por un referéndum, antes aprobado por el Congreso, con el fin de que sea la ciudadanía quien al fin decida qué se aprueba y qué no. Este aspecto, se ha tambaleado últimamente. Para el gobierno porque lo que se filtra desde Cuba, así sea erróneo, hace que la gente esté inconforme con lo que pueda resultar. Para el pueblo porque, debido a esa inconformidad y a la intención de rechazo de lo que se pacte, el gobierno ha estudiado la manera de cambiar el mecanismo de referendo por otro que no involucre la decisión de la ciudadanía. Según su forma de proceder y de cambiar sus palabras a mitad de camino, es muy posible que eso sea lo que pase. Cero y van dos.

La laxitud del gobierno para con los miembros de las FARC y los castigos que deberán pagar han hecho que el pueblo se sienta insultado. Bastante narcotráfico y terrorismo tienen encima como para que ahora sean tratados como un cuerpo diplomático de un estado dentro de otro estado, es decir, como los tratan en Venezuela. Hay víctimas de todas las clases que, con toda razón, exigen que se les castigue con cárcel para que paguen por sus delitos. Lo que sí digo yo es que, ojo! Así como Santos es permisible con las condenas y consecuencias a futuro del secretariado de las FARC, que recuerden esos últimos con quién están negociando. Una vez estén firmados los acuerdos, tomadas las fotos con abrazos, sacando pecho y sonrisas dientes pa’ afuera, se entreguen ciertos mandos medios y armas medias, se visualice un país en paz después de 60 años, ahí, en ese momento, Santos sacará lo más innato y personal que tiene, les dará la espalda y los guardará a todos en la cárcel, para luego, en algunos casos, extraditarlos. Cero y van tres.


Lo único que impedirá que la traición no sea inmediata es el para qué de todo el proceso; la nominación al Nobel. Santos me acuerda a alguien que me decía: “Yo soy un hombre de principios, pero si no te gustan, tengo otros”.