jueves, 18 de septiembre de 2014

Qué debate va a ser eso...

Lo que se llevó a cabo el miércoles 17 en la Comisión Segunda del Senado fue algo bochornoso. En lugar de adelantar debates relacionados con aspectos importantes para el mejoramiento del país, que no son pocos, se habló de algo que toca la vena de más de uno; El Paramilitarismo. Este tema que tiene víctimas, patrocinadores, patrocinados, no deja de ser importante, y hubiera sido de gran valía si se hubiera hecho bien. Bien significa que se hubiera abordado desde el impacto social, político y económico que puede haber tenido sobre el manejo del país, porque sí es importante, porque sí requerimos respuestas, considerando que el pueblo se confunde al tener tantas versiones que no se sabe a quién creerle.

Desafortunadamente, en vez de planteamientos serios, productivos y analíticos, lo que vimos en el Capitolio fue una cantidad de desahogos personales, empezando por el senador citante, Ivan Cepeda Castro (hijo del asesinado Manuel Cepeda Vargas) quien solicitó el debate, teniendo un objetivo personal tan definido contra el otrora ex presidente y hoy senador Álvaro Uribe, que la comisión de ética le prohibió mencionar su nombre, cosa que no obedeció. Se despachó Cepeda contra Uribe, con el ánimo de ponerlo contra la pared y aprovechando que ya son pares y no representante a la cámara el primero y presidente de la república el segundo. 

Sabiendo lo que se venía, el senador Uribe, salió del recinto argumentando tener que ir a la Corte Suprema. A pesar de no estar presente, no hay duda que estuvo al tanto de todo lo que se decía en contra suya, su trayectoria, de su familia y sus seguidores, pues al momento de su regresar para su intervención, recriminó los comentarios de Cepeda esgrimando todos los argumentos que tuviera a su disposición. Pero eso no quedó ahí. No solo intentó defenderse de las acusaciones sino que se dedicó a señalar a más de uno de los presentes, implicándolos en más de un delito. Juan Fernando Cristo, actual Ministro del Interior, Cepeda y su padre, Jimmy Chamorro, presidente de la comisión segunda del Congreso, de quien dijo que le había pedido que lo aceptara en su recientemente creado partido político Centro Democrático, exponiendo foto, y pudiendo ridiculizarlo si no fuera por la tranquilidad del señalado. Hay que aclarar que los congresistas tienen inmunidad por todo lo mencionado cuando están ejerciendo dentro de las instalaciones del congreso.

Al momento de terminar su intervención, el senador Uribe decidió retirarse del recinto, seguido, como el flautista de Hamelin, por muchos de los miembros de su partido, dejando a los siguientes expositores con las ganas de ver su reacción ante las réplicas y señalamientos que tenían para decirle. Esta salida desentonada y, para muchos, cobarde, no solo no se recibió bien por los presentes y el país entero que lo veía por televisión, sino que también reforzó el concepto de mesiánico y falto de confrontación de Uribe, contradiciéndose después de haber dicho que era un hombre frentero y pantalonudo. Las bases de cada debate son escuchar, preguntar, discernir, como dijo una ofendida Claudia Lopez, concluyendo que Uribe de eso no sabía. Uribe olvida las palabras que le dijo a Chavez en una convención de presidentes en la Habana: "....quédese, sea varón!"

Lastimosamente el debate no sirvió sino para ahondar rencillas personales que deberían resolverse en un juzgado y no en el sitio donde legisla por el bien del país. El tema del paramilitarismo, merecedor cómo no, de un debate serio, quedó en lo que ya sabíamos, pues para lo único que sirvieron las casi diez horas de duración fue para darnos cuenta que el único tema homogéneo, a pesar de las diferencias políticas, que es la paz, ha de enfrentarse a un terreno muy culebrero, lleno de baches antes de lograr llegar a Colombia, país que tanto la ha buscado y que mucho la necesita.