jueves, 13 de febrero de 2014

Partido político partido.


La política en Colombia es dinámica. Siempre lo ha sido, al igual que hipócrita y acomodada. Nunca faltó el político que cambió sus ideales y los de aquellos que le dieron su voto, por otros mejores aunque traicione a los segundos, solo importando los beneficios y la burocracia que los pueden beneficiar, sobre todo con el fenómeno que ha pasado últimamente donde aparecen partidos políticos distintos en cada campaña y donde uno ve incoherencia entre quienes los integran. Puros partidos transformers los que tenemos en Colombia.

Se hacen, se deshacen. Pero lo que está pasando ahora si es la tapa. Una cosa es que los políticos se cambian a su mejor beneficio, y otra cosa es que dentro de los mismos partidos haya tanta fragmentación y, para colmo, todos a la vez.

El partido de la U, creación oportunista de hace ocho años, que buscaba la reelección del entonces mandamás, Uribe Velez, ha sido la amante del presidente de ese momento y del actual pues aunque lo llevó a la presidencia, todos estarán de acuerdo conmigo que pudo más el guiño de Uribe que la fuerza política del partido de los colores rastafari.

El partido liberal, tradicional y hasta cierto tiempo muy ganador, corre con la suerte o la desgracia de tener dos ex presidentes inteligentes y hábiles pero de pensamiento político muy distinto como lo es Gaviria y Samper (cómo serán de diferentes que a uno se le voló un capo, y al otro lo puso otro capo). Aparte cuentan con un director que admite no leer todo lo que debe y que tiene mucha diferencia con German Vargas Lleras, otrora miembro del partido, pero que ahora no solo hizo su rancho aparte sino que es el mayor escudero de campaña del gobierno Santos, al punto que puede ser el próximo Vice.

Hablando de Cambio Radical, las diferencias se dan en este caso por cuestiones de malos manejos o malas amistades. Muchos de ellos son muy buenos, pero hay otros muy corruptos que enlutan la imagen que se ha venido forjando desde su creación.

El Polo, la oposición natural, la izquierda, se ve afectado por los antecedentes al momento de conseguir los cargos por los cuales luchan en campañas. “Los del Polo son buenos candidatos pero malos gobernantes” como me dijo alguien, y qué mejores ejemplos que los de Sammy Moreno o lo que estaba haciendo Petro que, no ganando con el Polo sino con Progresistas, sí tiene ese origen y se ha ganado la enemistad de sus directivos, o sino que lo diga doña Clara Lopez, candidata por ese partido.

Los verdes. Nadie sabe quiénes son, a que juegan, que proponen. De los originales de la campaña pasada queda Peñalosa quien, buscando ser alcalde nuevamente se pega hasta de una primaria, al punto que buscó a Uribe en la campaña anterior para que le sostuviera el altoparlante, literalmente y en sentido figurado. La pelea es con John Sudarsky y Camilo Romero, pero ellos mismos saben que no cuentan con reconocimiento suficiente para dar la pelea en unas elecciones presidenciales, y menos donde hay un candidato presidente, por muy bueno o malo que haya sido.

Pero no crean que se me había olvidado el Partido más Partido de todos. El recién desempacadito Centro Democrático o Uribismo Purasangre. Al no poder Uribe presentarse nuevamente para manejar el gobierno, sumado a lo que él considera una traición de Santos en referencia a la continuidad de su política, y la aún considerable popularidad con la que cuenta, creó un partido político con el fin de buscar presidencia, senado y cámara. En los dos últimos no hay problema ya que la lista es cerrada y él la encabeza. Lo que demostró las fracciones del partido fue el proceso de la elección para la campaña presidencial. Hubo convención interna donde, al parecer, podía votar el que llegara en crocs y poncho terciado. Pachito, gran perdedor, no solo ahí sino casi siempre, fue el que primero, a punta de berrinche, hiciera notar las irregularidades de la elección de Oscar Iván Zuluaga. Tarde o temprano todo se paga y esta vez a Uribe le tocó pagar temprano, pues su candidato no levanta, no convence. Al punto que ya están mirando como otra alternativa a la candidata del Partido Conservador.

Y es que no podía faltar el Partido Conservador, faltaba más. Uno de los tradicionales de Colombia, promotor de animadversiones cuando solo eran dos las opciones políticas del país, que había desaparecido desde hace 12 años pues no ganaban nada llamativo y solo se destacaban en algunas ocasiones por comentarios excrementales, volvió a meterse en la pelea cuando vieron que la Unidad Nacional del presidente lo que hacía era repartir la mermelada de una manera no tan conveniente para ellos. Por tal motivo y haciendo consulta interna sin mucho de donde escoger, le dieron el visto bueno a Martha Lucía Ramirez, una mujer muy capaz, pero bastante mal rodeada. No fue sino que se fuera ella para su casa contenta y dichosa, para que el sector contrario dentro del mismo partido decidiera ponerle un palo en la rueda, sobretodo porque aducían que ellos sí eran de la Unidad Nacional.


La división interna de los partidos políticos demuestra la falta de coherencia de muchos de sus integrantes pues se ha creado una figura política nueva en esta política dinámica existente en Colombia. La oposición interna de los partidos. Ya lo decía alguien: “yo soy un hombre de principios, pero si no te gustan, tengo otros”