viernes, 12 de abril de 2013

Dime pajarito: ¿quién ganará en Venezuela?


La disputa entre Nicolás Maduro, candidato oficialista, y Henrique Capriles, candidato de la oposición por la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela se pone cada vez más dura pero al mismo tiempo, más interesante. Entre movimiento de grandes masas, insultos, proselitismo y propuestas comprometedoras, el pueblo venezolano busca apoyar al abanderado de sus afectos con el fin de alcanzar el mandato del ejecutivo que, como han quedado las cosas según las reformas constitucionales, maneja una gran parte del poder.

Del lado de la izquierda, con su pensamiento populista, antiyankee y socialista, Nicolás Maduro recurre a diferentes métodos para hacer que el recuerdo del comandante Hugo Chávez no se desvanezca ya que, más que su endeble conocimiento de estadista, su débil carisma o su poca capacidad de desarrollar políticas que hagan que el país avance, es el arma más fuerte que tiene, esperando que aquellos que recibieron subsidios y beneficios que antes no recibían porque la clase corrupta se los robaba, lo apoyen no solo porque están metidos en un falso socialismo sino porque esperan que la ideología de un hombre como ellos persista en el tiempo. Se hace llamar hijo de Chávez, su discípulo, sobretodo porque contó con el aval del comandante estando en vida. Ese video de Chávez diciendo, “voten por Maduro” es utilizado en las multitudinarias convocatorias de campaña, con el fin hacer proselitismo. Dice que el espíritu de Chávez se apareció en forma de pajarito, en una capilla.

Del lado de la oposición, está el gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles, quien ha demostrado que también cuenta con una cantidad de seguidores que, en su gran mayoría son un reflejo del inconformismo de una parte del pueblo con el proyecto chavista. Lo cual es entendible ya que el hecho de no estar de acuerdo con un sistema de gobierno no implica que se le prive de derechos fundamentales y civiles. Hay que ver el ejemplo del consulado de Venezuela que había en Miami y que fue cerrado desde las pasadas elecciones, por el miedo y certeza del oficialismo que, siendo emigrantes, la mayoría de los votos irían para la oposición, y obligandolos a desplazarse grandes distancias para ejercer su derecho. Este aspecto y las verdades a medias de su contrincante han hecho que Capriles mantenga los seguidores de pasadas elecciones dándole una posibilidad real de ganar, según lo dice una de seis encuestas realizadas.

Capriles, al igual que Maduro, proponen aumentar el salario mínimo entre 35 y 40%, teniendo un tinte populista y proselitista, típico de campañas electorales de país suramericano. La gran diferencia es que Capriles basa el aumento en que los fondos saldrían de $7.000 millones de dólares de petróleo regalados a países, no sé si aliados o lambones, con el objetivo de tener miembros del club que le soben chaqueta, y de $15.000 millones de dólares que se pierden en una corrupción disfrazada de subsidios y dádivas. Con esa cantidad, es muy posible que ese aumento sea factible. Ahora bien, ¿de dónde sacaría el presupuesto Maduro si no es con actitudes de económica desactualizadas que lo único que haría sería empeorar la inflación (una de las más altas del mundo) y devaluando más el pobre bolivitar?

Hace dos meses, antes de la muerte de Chávez, escribí que Maduro, ante unas eventuales elecciones, ganaría en cualquiera de los escenarios. Sin embargo, tras demostrar no solo falta de liderazgo sino una habilidad para inventar ridiculeces, la cosa ha cambiado, al punto que varios chavistas no le regalarán el voto a Capriles, pero tampoco votarán por Maduro pues no cumple con las expectativas y eso es lo que puede hacer la diferencia, a favor del candidato opositor. La otra diferencia se puede dar cuando pierda Maduro según los votos, pero el SAI (Sistema de Autenticación Integrado) que los registra, tengan una modificación por obra y gracia del espíritu de Chávez

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