martes, 20 de noviembre de 2012

Enclavados por la Corte

Las consecuencias del fallo que dictó la Corte Internacional de Justicia es como un mondongo de ricos: muchos cayos y poca agua. Después de 11 años de disputas, Colombia, que era la parte que se defendía, llevó la peor parte. Desde que comenzó este litigio por la soberanía de territorio colombiano, Colombia nunca estuvo en una posición favorable ya que, lo mejor que podía pasar, era que no perdiera nada. Nunca estuvo esperando que la Corte decidiera en su favor algo mejor de lo que ya tenía, es decir, San Andrés, Providencia, Santa Catalina, los cayos aledaños y el mar territorial. Sin embargo, tras aceptar someterse a la Corte Internacional de Justicia, durante el gobierno de Pastrana, aceptamos jugar ese partido. Otra cedida de territorio de ese gobierno si tenemos en cuenta lo que pasó con las FARC en el Caguán. Debió considerarse en el fallo de 2007, cuando se nos asignó la soberanía de las Islas, el hecho de no poderse modificar el mar territorial. Sin embargo, no podemos ahora ponernos en la posición de no querer acatar el fallo ya que las consecuencias que eso implicaría serían aún peores que las de perder cierta parte del mar territorial.

Ya saltó el ex presidente Uribe a decir que, en caso de ser suya la decisión, lo que debería hacer Colombia es el desacato, aún con los roces diplomáticos que tal situación pueda acarrear. Puede ser actitud populista, recogiendo el clamor de muchos que, aunque orgullosamente colombianos, no miden sus acciones o palabras y consideran que una de las mejores alternativas para solucionar el problema es frentear a Nicaragua y, como rufián de pueblo, decirle... como es que es, pues?!! También puede ser una actitud armamentista del señor Uribe, lo cual es de las pocas que le conocemos, teniendo en cuenta que fue elegido y reelegido para la guerra interna y varios de sus logros más destacados se llevaron a cabo a causa de acciones militares.

Santos y su combo, por ahora, lo que plantean es una inconformidad con ciertos aspectos del fallo entre los cuales se da el hecho de considerar que lo que la Corte asignó, es más de lo que Nicaragua pedía en primer lugar. Ahí está, creo yo, la mejor forma de plantear ante la misma corte una alternativa para que, mediante estudio del recurso de revisión, sean los magistrados los que entren a considerar un posible "otro si" al fallo. Buscar un cambio a través de medios armamentistas o desacatando lo que ya se profirió, traería consecuencias nefastas para las aspiraciones no solo diplomáticas sino económicas y de cooperación de Colombia en un no muy lejano futuro. Nicaragua iría derechito al Consejo de Seguridad de la ONU, que pa' eso si sirve.

Lamento mucho los estragos económicos que le puede traer a Colombia este suceso. Pero no solo lo digo por quienes directamente sufren las consecuencias como lo son los habitantes de San Andrés y demás islas y cayos cercanos, quienes viven de la pesca artesanal e industrial, ni por toda la cadena de flujo de caja que eso implica. Lo digo es por todos los colombianos que indirectamente perdimos la zona exclusivas de explotación y demás beneficios, incluyendo petroleo y fauna, y lo peor de todo, la soberanía. 

Hay cartógrafos dedicados el día de hoy a elaborar lo que ahora es Colombia, sobretodo en el mar caribe y el Océano Atlántico. Unos para actualizar los libros de colegio. Otros para trazar nuevas rutas para que los narcos movilicen la merca. El mapa según el fallo aún está caliente. Esperemos que el brazo diplomático y asesor de Presidencia y Cancillería abra bien el compás, acomode bien la brújula y lea los otros tratados con países con quienes compartimos  fronteras marítimas para que así se resuelva la discrepancia.

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