Después de varios meses de disputas, señalamientos y hasta mentiras de parte y parte, por fin terminó la carrera presidencial de los Estados Unidos. A pesar de que los debates provocaron un acercamiento en la intención de voto de los candidatos, dándole puntos al Romney, estos no fueron suficientes para detener la fuerza de convocatoria y el carisma con el que cuenta el hoy reelegido Presidente Barack Obama. La disputa se planteaba, desde la culminación de dichos debates, por los estados indecisos, entre votar rojo republicano o azul demócrata. Estos estados, entre ellos Ohio y Florida, contaban con gran participación de los colegios electorales que son los que, a la postre, definen al presidente.
Lo que los grandes medios de comunicación y analistas políticos pasaron por alto fue la trascendencia que tenían en estas elecciones lo votantes de Turbaco, Bolivar. Pueblo macondiano, cercano a Cartagena donde alguna vez intentaron regalarle un burro, llamado Demo al Presidente Obama, tras su visita a la Cumbre de las Américas. Animal simbólico, el burro digo, del partido del hombre más poderoso del mundo. Es que eso solo pasa acá, en Colombia, el país of the Sacred Heart of Jesus (en inglés, más adecuado) El alcalde de dicho municipio decidió imprimir tarjetones y montar puestos de votación para que la gente voluntariamente votara por su preferido. Pero no solo en Turbaco; también en Puerto Tejada, Cauca hubo elecciones simbólicas.
Mientras en ciudades de varios millones de personas en los Estados Unidos no había casi publicidad en calles y edificios como si ocurre acá, ni había ley seca, como si ocurre acá, ni fue un día festivo, como si ocurre acá, las campañas invirtieron de forma masiva en medios de comunicación y redes sociales, los bares y restaurantes no tuvieron restricciones, la gente fue a trabajar y solo sacaban un tiempo del día para ir a votar. Acá aún estamos en un estado retrógrado que cree que las restricciones sirven para algo. Pero bueno; ¿que más podemos esperar de un sistema electoral que invierte $150.000.000.000 en una campaña donde solo votaron el 5%, como en las consultas internas recientes? ¿No habrá nadie que tenga el talento para proponer una metodología más práctica que evite que el erario se gaste y se desgaste? El problema va más allá.
Empecemos por los partidos
políticos que hay en este país. La mayoría de las personas en Colombia no se
ven identificadas con un partido político, y las razones son muchas. Están
decepcionados de tanta mentira y transfuguismo. Otros creen en personas pero no
en partidos. Hay quienes piensan que se debe a la pluralidad partidista pero
que ninguno tiene conceptos de fondo, sobre todo los creados a conveniencia, de
momento, casi ad hoc. ¿Qué habría hecho Roy Barreras en un ambiente político como
el de los Estados Unidos, donde no se puede cambiar de partido como los niños
cambian de disfraz en cada Halloween? ¿Qué ocurriría con la disputa Santos –
Uribe, ambos de origen Liberal, el primero creando un partido para reelegir al
segundo, y el segundo, al sentirse traicionado, creando otro partido con
ideales en las antípodas del de su raíz política? ¿Dónde quedaría esa sábana de
papel que utilizamos como tarjetón en las elecciones debido al número de partidos
y representantes que cada uno tiene? Y después nos quejamos porque en Turbaco y
Pto. Tejada quiera hacer elecciones simbólicas. Imagínense un pueblo de los
Estados Unidos, bien folklórico, como Turbaco, haciendo una representación de
unas elecciones colombianas, buscando a Roy como jugando ¿Donde está Javier?, en la página central de periódico. Además, viendo
debates televisados dentro de los mismos partidos donde un traidor y un rufián de barrio se
pelean por las bancadas.
La gente se queja de la
complejidad del sistema electoral norte americano. Sin embargo olvida que la
actuación circense y de reality barato es pan de cada día en el país, que hacen
del nuestro un ejemplo a no seguir.
Además: qué bueno que ganó Obama.
Romney solo conoce Columbia, con la u, pero no la que están pensando.
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