viernes, 25 de marzo de 2011

Cuando se van los grandes

En una sola semana nos abandonaron dos grandes personalidades, una internacional y otra nacional. Primero fue Elizabeth Taylor, un nombre del tamaño del letrero de Hollywood, el cual seguramente veía con frecuencia. La mujer de los ojos violeta, la diva, una de las más bellas de toda la historia (sin riesgo a que suene a cliché), la que se casó varias veces y hasta repitió con el amor de su vida Richard Burton, la primera en cobrar un millón de dolares por una película que no la convencía, pero terminó siendo una de las que más reconocimiento le dio, Cleopatra. Después de tres Óscares, fundaciones contra el Sida y millones de seguidores, se nos fue Liz Taylor. Si los arreboles de este viernes se tiñen de lila en vez de rosado, vuélvanse poetas y piensen que es Liz mirando desde arriba.
Luego, coincidencialmente el día del locutor, como una ironía de la vida, falleció dona Gloria Valencia de Castaño, una dama a carta cabal, una pionera de la televisión, con ideas que nadie había tenido antes, quien no en vano se ganó el apelativo de la primera dama de la televisión. A pesar de no recibir la aprobación en un primer intento por parte de las empresas de televisión de los proyectos distintos y pioneros de creación suya y de su marido, la persistencia hizo de ella un ejemplo a seguir. "La paciencia es una muestra de amor" decía algún día en una entrevista. Pues entonces no sé si ella es solo amor por su paciencia o solo paciencia por su amor.
q.e.p.d. Liz Taylor, q.e.p.d. Gloria Valencia de Castaño.

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